Nunca había tenido la oportunidad de visitar el Monasterio de Piedra, así que nada como un día de diario libre en el trabajo para cargar con mochila, trípode y bocata para disfrutar como un enano con fotos de agua, muchas fotos de agua.
Esta que os muestro es también un ejemplo de otra primera vez: un HDR.
En este caso es una composición de seis tomas de la misma imagen variando la exposición desde la visión de las partes más oscuras del interior de la cueva a las más iluminadas del exterior, con la blancura de la cascada de la Cola de Caballo salpicándolo todo.
Quizás haya sido la foto que más me ha costado obtener: además de las dificultades técnicas de un área con altísimo contraste, no paraba de caer agua de las filtraciones del techo sobre mi y la cámara, la cual tuve que cubrir con una "gabardina" pergeñada con una manga de chubasquero recortada.
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