La excursión otoñal de este año ha sido a un sitio que se llama el Hundido de Armallones, al que se llega desde Ocentejo. Pueblos cuya población es inversamente proporcional a la grandiosidad de los paisajes que los rodean.
Unos dicen que en el siglo XVIII por el terremoto de Lisboa, otros que en el siglo XVI por una gran tormenta; el caso es que unos enormes meños cayeron desde las alturas donde anidan los buitres e hicieron que el Tajo tuviera que sortearlos dando saltos.
Penica de haber llegado con el otoño pelín avanzado.
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