Cuando avanzas por la autovía A2 desde Madrid a través de los páramos de Guadalajara en Trijueque aparece la indicación de 1000 m de altitud; cerca de La Torresaviñán los 1100, justo donde la gran arteria hace un meandro evitando Torremocha. Al dejar la autovía se entra en el mundo de esa España abandonada y sumida en el olvido; el frío corrobora el ánimo de los que se fueron de aquí para volver sólo en días de verano, cuando da gusto dormir con manta.
Al ver Torresaviñán uno se imagina al histórico Cid Campeador cabalgando junto a sus tropas a lomos de Babieca o en un día tan frío como hoy a un señor de cierta serie televisiva diciendo aquello de "winter is coming".
La Wikipedia me dice que se construyó para tener a raya a los moros de Algora y Torremocha, que debían de ser un tanto rebeldes con Don Manrique de Lara, señor de Molina.
Esto fue en el siglo XII... al llegar el XVIII se liaron a cañonazos con él y así se quedó. Fueron los partidarios de los Austrias huyendo derrotados. Vamos, lo de siempre. Los caballeros medievales reales o ficticios quedaron muy lejos de esta maltratada y mesetaria fortaleza.
A la cascada de Gollorio la llaman la Cola de Caballo, pero ya he visto muchas cascadas llamadas así. Desde el mirador de Félix Rodríguez de la Fuente resuena a través del maravilloso valle de Pelegrina.
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