He de confesar que hacer esta entrada del blog me está costando bastante. En primer lugar porque voy a romper una regla no escrita de este blog: mostrar a mi familia, y no encuentro la forma más correcta de hacerlo. En segundo lugar porque he tenido unas vacaciones de verano bastante raquíticas en cuanto a calidad y cantidad fotográfica; se conoce que para tener inspiración uno no debe de llevar mucho tiempo ocioso laboralmente.
Así que como en otras ocasiones he tirado de catálogo y me he puesto a revisar fotos que no han tenido el privilegio de ser publicadas y he encontrado esta del invierno pasado:
Ni que decir tiene que hay pocas cosas más gratificantes para un padre que ver a su hija disfrutar de su gran afición.
En cuanto a sus fotografías es evidente que no se debe poner nota a su calidad aunque he de decir que por mi catálogo hay muchas fotos bastante peores que varias de las suyas. También se ve que fotografía lo que le gusta, exactamente igual que cualquier adulto, y que se fija en lo que su padre hace (eso me gusta) ya que hay muchas fotos similares a las que yo hice. Espero ser yo el que dentro de poco tenga que fijarse en las fotos que ella hace para mejorar las mías.
Aunque no todo fueron fotografías. Al final del paseo llegamos a un parque donde no pudo resistirse a dejar la cámara y subir a los columpios.
Así que como en otras ocasiones he tirado de catálogo y me he puesto a revisar fotos que no han tenido el privilegio de ser publicadas y he encontrado esta del invierno pasado:
Como no soy un autodidacta de nada estoy suscrito a foros y sitios de Internet que me ayudan a mejorar mis aptitudes fotográficas: que si este objetivo es la bomba, pero para conseguirlo debo renegociar la hipoteca de mi casa; que si hay un nuevo modelo de cámara que hace que la mía sea una antigualla y para conseguirla debo renegociar de nuevo la hipoteca de mi casa; que si este fotógrafo ha hecho unas maravillosas fotos en un maravilloso lugar que jamás conseguiré fotografiar porque para ir allí debería renegociar otra vez la hipoteca de mi casa; que usa estos trucos de procesado (esto es más barato)...
Pero, mira por donde, leí en algún sitio lo de experimentar con darle a tu hijo pequeño una cámara y ver qué pasa. Dicho y hecho: tomé mi compacta, se la di a mi hija y salimos a pasear junto al río una tarde de invierno. He aquí el resultado por estricto orden cronológico:Ni que decir tiene que hay pocas cosas más gratificantes para un padre que ver a su hija disfrutar de su gran afición.
En cuanto a sus fotografías es evidente que no se debe poner nota a su calidad aunque he de decir que por mi catálogo hay muchas fotos bastante peores que varias de las suyas. También se ve que fotografía lo que le gusta, exactamente igual que cualquier adulto, y que se fija en lo que su padre hace (eso me gusta) ya que hay muchas fotos similares a las que yo hice. Espero ser yo el que dentro de poco tenga que fijarse en las fotos que ella hace para mejorar las mías.
Aunque no todo fueron fotografías. Al final del paseo llegamos a un parque donde no pudo resistirse a dejar la cámara y subir a los columpios.
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