Ya conté en una entrada anterior que fui testigo de uno de los incendios que han asolado el noroeste de España este otoño; también conté que conocí a una señora que recogía castañas y se quejaba de que se las robaban de su castañar más cuidado que el vecino.
En lo que no pensé y ahora lo hago fue en que su castañar no merecería ser pasto de las llamas como es posible que ocurriera esa misma noche. Estaba libre de maleza y las ramas secas yacían en ordenados montones entre los retorcidos troncos de los vetustos castaños de los que me dijo que su suegro, que murió con noventa años, ya conoció de niño tal y como los veíamos ahora.
Por vivir y ser de donde soy no he conocido el castaño como un árbol de mi tierra, soy más del nogal y la encina o, si me apuras, del roble. Pero este viaje ha sido el de mi descubrimiento del castaño como ese entrañable árbol que da de todo y pide poco, con su fotogénico tronco de fibras retorcidas y casi siempre hueco por la edad.
Todo esto lo escribo sobre un escritorio que perteneció a mi padre y del que siempre dijo que era de madera de castaño.
Actualización: Un compañero de la fotografía me informa que el fuego arrasó la otra ladera del monte. Puede que se recojan castañas el año que viene.
En lo que no pensé y ahora lo hago fue en que su castañar no merecería ser pasto de las llamas como es posible que ocurriera esa misma noche. Estaba libre de maleza y las ramas secas yacían en ordenados montones entre los retorcidos troncos de los vetustos castaños de los que me dijo que su suegro, que murió con noventa años, ya conoció de niño tal y como los veíamos ahora.
Por vivir y ser de donde soy no he conocido el castaño como un árbol de mi tierra, soy más del nogal y la encina o, si me apuras, del roble. Pero este viaje ha sido el de mi descubrimiento del castaño como ese entrañable árbol que da de todo y pide poco, con su fotogénico tronco de fibras retorcidas y casi siempre hueco por la edad.
Todo esto lo escribo sobre un escritorio que perteneció a mi padre y del que siempre dijo que era de madera de castaño.
Actualización: Un compañero de la fotografía me informa que el fuego arrasó la otra ladera del monte. Puede que se recojan castañas el año que viene.
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