Acabo de regresar de un enriquecedor viaje por el noroeste de León, deseando visitar una de las comarcas más remotas del país: los Ancares.
Con la base en el pequeño pueblo de El Espino, pedanía de Vega de Espinareda, decidimos pasar el primer día recorriendo en coche parte de la zona leonesa y también de la gallega: Sésamo, Lumeras, el puerto de los Ancares, Suárbol y, ya en la parte gallega Piornedo con sus pallozas hasta Doiras con su castillo.
No quiero destacar la belleza de aquellos paisajes porque me da miedo recomendaros ir por allí. Leo a la vuelta en casa que todo aquello está ardiendo y me queda la sensación de haber admirado una belleza efímera que debería ser permanente.
No en vano esa misma noche fuimos testigos de un incendio en la parte leonesa, detrás de los cerros al otro lado de Vega de Espinareda.
Quería aprovechar la ausencia de contaminación lumínica en la zona para intentar de nuevo alguna toma de la Vía Láctea, pero esta vez por desgracia hubo contaminación inesperada.
Los trazos brillantes de la parte inferior son los camiones de las brigadas contra incendios acercándose al siniestro.
No hay mal que por bien no venga y esta vez pude hacer una toma digamos, diferente, aunque ojalá no hubiera tenido la oportunidad de hacerla.
Dejo para vuestra reflexión valorar el por qué de todo este destrozo. Solo recuerdo a aquella señora y sus imponentes castaños centenarios de los que recolectaba sus frutos, escasos este año por la sequía y sus quejas por los ladrones.
-Los peores son los gallegos, que se creen que los castaños no son de nadie ¿por qué no roban las castañas de la parcela de al lado? porque están sin cuidar y son más difíciles de coger.
Espero que la maleza de esos castaños descuidados no haya sido combustible para dejar definitivamente sin cosechas a esa buena señora.
Con la base en el pequeño pueblo de El Espino, pedanía de Vega de Espinareda, decidimos pasar el primer día recorriendo en coche parte de la zona leonesa y también de la gallega: Sésamo, Lumeras, el puerto de los Ancares, Suárbol y, ya en la parte gallega Piornedo con sus pallozas hasta Doiras con su castillo.
No quiero destacar la belleza de aquellos paisajes porque me da miedo recomendaros ir por allí. Leo a la vuelta en casa que todo aquello está ardiendo y me queda la sensación de haber admirado una belleza efímera que debería ser permanente.
No en vano esa misma noche fuimos testigos de un incendio en la parte leonesa, detrás de los cerros al otro lado de Vega de Espinareda.
Los trazos brillantes de la parte inferior son los camiones de las brigadas contra incendios acercándose al siniestro.
No hay mal que por bien no venga y esta vez pude hacer una toma digamos, diferente, aunque ojalá no hubiera tenido la oportunidad de hacerla.
Dejo para vuestra reflexión valorar el por qué de todo este destrozo. Solo recuerdo a aquella señora y sus imponentes castaños centenarios de los que recolectaba sus frutos, escasos este año por la sequía y sus quejas por los ladrones.
-Los peores son los gallegos, que se creen que los castaños no son de nadie ¿por qué no roban las castañas de la parcela de al lado? porque están sin cuidar y son más difíciles de coger.
Espero que la maleza de esos castaños descuidados no haya sido combustible para dejar definitivamente sin cosechas a esa buena señora.
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