Llevo un tiempo sopesando la posibilidad de crear un nuevo blog dedicado enteramente a mis progresos en astrofotografía. Y es que me está absorbiendo todo mi tiempo libre de tal manera que me es difícil diversificarlo ya que he entrado en un mundo nuevo... en un universo nuevo, mejor dicho.
La curva de aprendizaje tiene una pendiente muy pequeña y la cantidad de conocimientos y medios técnicos necesarios para obtener algo medianamente interesante hay veces que me agobia.
Todo empieza un sábado por la tarde en la que se prevé buen tiempo por la noche. Cargar en el maletero del coche tubo y montura del telescopio, caja con oculares, caja de herramientas repleta de accesorios (adaptadores de óptica, colimador, brújula, disparador de cámara...) trípode, batería para guiado de montura (que por la mañana he debido poner a cargar), contrapesos (dos discos de 5kg cada uno), mochila con cámara y sus cosas, lona para la base del montaje, almohada de gomaespuma para no dañarme mis rodillas en la puesta en estación (alinear con la polar) del telescopio montado, una mesa plegable, bocata y bebida. Creo que no se me olvida nada de la lista.
Una vez en el emplazamiento hay que montar con cámara incluida y equilibrar con las pesas a modo de romana. Si el montaje ha ido bien hay que poner en estación y alinear con una, dos o tres estrellas.
Todo ello para desafiar a la Naturaleza.
Conseguir plasmar en una imagen objetos que están a unas distancias de las que no podemos tener una referencia ni por lo más remoto, registrando algo que ocurrió hace cientos, miles, millones de años... es desafiar a las leyes de la Naturaleza.
Esta reflexión no es mía. Es de Ramón quien junto con su esposa Alicia y su amigo Leo me llevan de la mano en esta nueva disciplina en la que ser autodidacta solo aplica a mentes muy privilegiadas, y la mía no lo es.
Había pensado en mostraros mi primera foto de M31, la galaxia de Andrómeda, el objeto más distante que se puede ver a simple vista: 2,5 millones de años-luz, pero he preferido mostraros algo más exótico: NGC 247 a quien alguno llama la galaxia del ojo de la aguja, según he leído por ahí, a 9 millones de años-luz en la constelación de Cetus, la ballena.
Esta foto es el resultado de combinar 20 disparos de 90 segundos a 3200 ISO (30 minutos) y mucho frío (0ºC), y mucho proceso con varios programas en el ordenador.
La curva de aprendizaje tiene una pendiente muy pequeña y la cantidad de conocimientos y medios técnicos necesarios para obtener algo medianamente interesante hay veces que me agobia.
Todo empieza un sábado por la tarde en la que se prevé buen tiempo por la noche. Cargar en el maletero del coche tubo y montura del telescopio, caja con oculares, caja de herramientas repleta de accesorios (adaptadores de óptica, colimador, brújula, disparador de cámara...) trípode, batería para guiado de montura (que por la mañana he debido poner a cargar), contrapesos (dos discos de 5kg cada uno), mochila con cámara y sus cosas, lona para la base del montaje, almohada de gomaespuma para no dañarme mis rodillas en la puesta en estación (alinear con la polar) del telescopio montado, una mesa plegable, bocata y bebida. Creo que no se me olvida nada de la lista.
Una vez en el emplazamiento hay que montar con cámara incluida y equilibrar con las pesas a modo de romana. Si el montaje ha ido bien hay que poner en estación y alinear con una, dos o tres estrellas.
Todo ello para desafiar a la Naturaleza.
Conseguir plasmar en una imagen objetos que están a unas distancias de las que no podemos tener una referencia ni por lo más remoto, registrando algo que ocurrió hace cientos, miles, millones de años... es desafiar a las leyes de la Naturaleza.
Esta reflexión no es mía. Es de Ramón quien junto con su esposa Alicia y su amigo Leo me llevan de la mano en esta nueva disciplina en la que ser autodidacta solo aplica a mentes muy privilegiadas, y la mía no lo es.
Había pensado en mostraros mi primera foto de M31, la galaxia de Andrómeda, el objeto más distante que se puede ver a simple vista: 2,5 millones de años-luz, pero he preferido mostraros algo más exótico: NGC 247 a quien alguno llama la galaxia del ojo de la aguja, según he leído por ahí, a 9 millones de años-luz en la constelación de Cetus, la ballena.
Esta foto es el resultado de combinar 20 disparos de 90 segundos a 3200 ISO (30 minutos) y mucho frío (0ºC), y mucho proceso con varios programas en el ordenador.
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